Si, por un lado, el contexto europeo le había devuelto, al menos en un principio, un sentido de identidad, el norteamericano, se lo arrebata.
Fueron momentos muy difíciles, a tal punto, que su personalidad comienza a desmoronarse por completo. Es en esa ciudad en donde ella, marcada por el arrepentimiento, tocará fondo hasta llegar a vagar por las calles. Es en esta escena en donde conoce a Ibon Aztarloa que había formado una banda de punk en Bilbao, aunque ésta se había desintegrado un par de años antes debido a la espiral decadente en la que entró su vida. Cuando Anne Di lo conoce y lo ve tan desesperado, como ella, decide ayudarlo –y ayudarse. Desde el primer encuentro, Ibon siente una fascinación especial por ella, después de conocer su historia y decide seguirla a todas partes y convertirse en su incondicional.
Pensándolo bien, la música siempre formó parte de mi vida, por alguna razón prescindí de ella y me enganché en otras actividades que no comprendía. Conocer a Ibón, para quien la música lo era todo, me hizo reflexionar sobre lo que podría salvarme. Me puse en manos de Carlos Franco Fitzmaurice, psicólogo y musicoterapeuta, quien me permitió explorar mis sentimientos a través de la música. Sé que la melancolía vivirá conmigo por siempre, pero sé también que hay una forma de entenderla y suavizarla y por eso -por mi experiencia personal- decidí fundar Melancólicos Anónimos. La melancolía es una tristeza sin fundamento que puede encauzarse a través de la música. Es un movimiento anónimo, personal, solitario...