J. C. von Vaanderbeeg, Manuductio Hermetico-Philosophia, Hof, 1739

 

Dentro del mundo de las cosas, la especulación melancólica prefiere aquellos objetos en franco proceso de deterioro hasta llegar a la ruina o aquellos conjuntos que se presentan como encuentros incongruentes y arbitrarios. Estas muestras materiales cristalizan el paso del tiempo y su historia o reúnen en un breve momento de fraternidad distintas dimensiones espaciales o temporales. El carácter como fragmento de estos objetos es evidente, por lo mismo, éstos son ambiguos, ampliamente metafóricos, instigadores de significados simbólicos.

En contra de un entendimiento de los objetos en un simple estado positivista, como algo cuantificable, la mirada del melancólico es reflejo de una disposición intelectual que se revela en contra de los hábitos de pensamiento comunes y se niega a dar a lo arbitrario de la realidad el estatus de una ley. Los detritus de la arquitectura como fragmentos ambiguos, así, pasan a convertirse en ruinas, dejan de ser puro escombro y se transforman en símbolos capaces de afectar la sensibilidad del ser humano. En el caso de Cornelius Aggripa el deterioro de la ruina era reflejo de cómo los eventos de la historia habían sido absorbidos y vueltos parte de la escena. (Walter Benjamín, The Origin of German Tragic Drama, pp. 170-83). [+]