Lars despertó mi interés en las acechanzas, embustes y artificios en general, me enseñó las varias funciones estéticas de la mentira - como dice Cioran, la mentira no deja de ser una forma de talento. Fue cuando me detuve , con más cuidado, en los escritos de Kierkegaard, un filósofo que al explorar las potencialidades de la ironía romántica compuso una obra compleja, contraria a la idea del sistema y fundada en el juego entre el pensamiento e imaginación, verdad y mentira, que llamó poderosamente mi atención. Estas lecturas fueron adquiriendo proporciones y matices cada vez más interesantes: jugar con potencialidades dobles o múltiples, forjar analogías verosímiles, embarullar estratégicamente realidad y ficción... Esto aliviaría mi temperamento melancólico, mediante el desdoblamiento podría sobrellevar mi carga y probar, mediante el ejercicio intelectual, que mi tormento podría ser más llevadero.
Anne Di comenzó a sustentarse en el poder de las palabras, en el juego de la seducción. Conoció a un músico -¿venganza edípica?- con el que jugó con la potencialidad engañadora del lenguaje, una forma de perfeccionamiento estético que llevó a su amado al suicidio y que dejó sumida a Anne Di en la peor de las crisis. Es sabido que al temperamento melancólico se le atribuye una exasperada inclinación al Eros. Esta terrible experiencia condicionó el camino que, todavía tenía que recorrer su atormentado espíritu.
Una desesperada Anne Di acepta una propuesta de trabajo en San Francisco. No es difícil imaginar en qué condiciones realiza este desplazamiento, más aún considerando todo el cúmulo de antecedentes en su vida que habían marcado su temperamento. [+]